El Document d’octubre de 2013 és un article aparegut en
una publicació amb format de diari, que va editar el Casino de Santa Eulàlia el
maig de 1968, amb motiu de les noces d’argent de la festa major ininterrompuda del
barri, i organitzada per aquesta entitat.
L’article fa referència a l’edifici conegut com el Castell de Santa Eulàlia,
i explica el seu origen i la seva funció en aquella dècada de 1960. Com veiem,
el títol és El Castell de la Pepa, però no fa cap esment de ningú que es digui
Pepa, Pepita o Mª Josefa. Hem d’imaginar que era el nom popular de l’edifici.
Al que sí que esmenta és al promotor del castell, tot i que en el subtítol escriuen
malament el segon cognom, i al que anomenen José, encara que el carrer es diu
Blas Fernández de Lirola, i a d’altres referències el trobem sempre amb el nom
de Blas. Potser tenia un nom compost i es feia dir José quan el seu primer nom
era Blas.

Gràcies a l’obra Victoriosos i
derrotats. El franquisme a l’Hospitalet 1939-1951, del Carles Santacana,
sabem que la cessió del Castell no va ser tan senzilla com apareix en
l’article. Per començar, Fernández va obtenir algunes contrapartides a canvi
del seu gest. A més, l’alcalde Enrique Jonama va decidir dedicar-lo a Escola de
Belles Arts sense consultar-ho amb ningú.
L’acceptació de l’edifici i el seu destí foren aprofitats per l’oposició
interna que tenia Jonama al consistori, encapçalada pel vell polític local
Tomás Giménez. El gener del 1952, el ple aprovà un vot de protesta contra
l’alcalde per aquests fets. L’oposició a Jonama venia de lluny i el debat al
voltant del castell no fou més que el pretext. En els ajuntaments franquistes
enfrontaments com aquest eren insòlits, i un mes després Jonama i Jiménez foren
destituïts.
Us deixem amb l’article, que no està signat, que parla de Fernández, al que
titlla d’excèntric, i de l’escola d’especialitats femenines, com la llar o el
secretariat.
Cedido por don José Fernández Lisala (sic) a la
ciudad.
Singular edificio por su configuración al estilo
de castillo medieval, cuya existencia en nuestro barrio es poco conocida, aun a
pesar de radicar en la calle José Fernández Lirola, nombre éste que corresponde
al que fue dueño y señor constructor de esta bella obra de dura piedra, y que a
su muerte legó a la ciudad de Hospitalet con la sola condición de que se
dedicara a fines culturales.
Esta mansión se construyó muy lentamente,
durante muchos años, iniciándose allá por los años 20. Recordamos al
picapedrero que iba configurando las piedras, y tanto duró la obra que en su
dura labor se hizo viejo. La corporación municipal, en prueba de
agradecimiento, le dedicó su nombre a la calle donde construyó el castillo.
Don José tenía una librería de lance en la calle
Aribau, a la altura de la calle Mallorca, y una parada en los encantes del
libro viejo, por donde habían desfilado muchas personalidades significadas en
la literatura barcelonesa, a quienes con ilusión les iba exponiendo y
explicando la marcha y realización de su obra en Hospitalet.
Algo excéntrico él, en muchas ocasiones habíamos
visitado su tienda, comprándole libros interesantes. Las modestas bibliotecas
del sector se nutrieron de magníficos ejemplares, adquiridos a muy buen precio,
pues hacía un trato especial a los amigos. Su conversación era fluida, llena de
expresiones curiosas y repetía muy a menudo que vendría una “ola de calor” que
nos trastornaría a todos. Esto lo decía dándole un sentido metafórico, entre
misterioso y profético.
Este hombre, don José Fernández Lirola, tenía
una gran calidad humana. La ciudad toda, y en particular el distrito, le deben
eterno agradecimiento.
Actualmente este curioso edificio lo regenta la
“Obra Social Cultural Sopeña”, bajo la denominación de Escuela Profesional Santa
Eulalia. En ella se imparten diversas disciplinas de formación obrera en clases
nocturnas, como son: delineantes, a las que asisten jóvenes de ambos sexos,
además de las especialidades femeninas de peluquería, clases de hogar, corte,
bordado, auxiliar administrativo, secretariado e iniciación profesional en
diferentes órdenes, etcétera, todo ello bajo la inteligente dirección de la
señorita Gloria Catañón y un cuadro esforzado de señoritas que la secundan en
su labor, digna del más encendido encomio.
En este momento asisten a las citadas clases
cerca de doscientos alumnos, en su mayoría del propio distrito.
La obra que se hace actualmente corresponde, sin
duda, al deseo de quien tan generosamente cedió el edificio a la población, y
cuya sesión es digna del mejor recuerdo.
Durante cuatro años el profesor don José María
La Foret tuvo en el castillo sus clases de dibujo lineal y pintura, por las
cuales tantos jóvenes de la ciudad pasaron y que hoy cuelgan sus cuadros en
exposiciones.”